El hígado la glándula más grande
del organismo (con un peso de 1.5kg) efectúa intercambios metabólicos importantes
y se encuentra en relación estrecha con el sistema circulatorio.
Sus dos funciones principales son
la producción de la bilis, que hace de esta glándula uno de los factores
esenciales en los procesos digestivos y en la desintoxicación de la sangre.
Este órgano purifica, en efecto,
la sangre de numerosas sustancias: los desechos que se forman durante la degradación
de la hemoglobina contenidos en los glóbulos rojos o residuos muy tóxicos del
catabolismo de las proteínas, por ejemplo el amoniaco. Además, la presencia de
enzimas particulares en las células hepáticas permite inactivar algunas
hormonas, producto de varias glándulas, luego de que hayan desarrollado sus
funciones, o de ciertos fármacos que deben ser eliminados del organismo luego
de haber terminado sus acciones terapéuticas.
El hígado cansado puede con el
tiempo enfermarse gravemente. Las personas afectadas por enfermedades hepáticas
tienen dificultad para digerir las grasas por que no producen suficiente bilis
y no toleran bien el alcohol (porque en el hígado mismo se forma y después se
elimina el aldehído acético, producto de la degradación del alcohol ingerido).
El exceso de alcohol impone un
aumento de trabajo por parte de este órgano, con una consiguiente fatiga, que
puede desembocar primero en esteatosis (fenómeno relativamnte reversible) y sucesivamente
en cirrosis, con un daño permanente del tejido hepático.
Un incremento del trabajo del hígado
por excesos alimentarios, patológicos o por ingesta de fármacos puede obligar a
este órgano a realizar un esfuerzo excesivo, con el resultado de no poder
metabolizar todos los desechos y resentirlo a nivel general con síntomas específicos,
pero que resuenan como una campana de alarma: cansancio pesadez después de la digestión,
dolor de cabeza. Una dieta regenerativa debe, por lo tanto, preveer la modificación
de nuestra la alimentación sin darle fatiga ulteriormente a este órgano fundamental.
He aquí algunas medidas que
debemos tomar:
- Eliminar el consumo de alcohol por un tiempo prolongado para reestableces el funcionamiento de las enzimas encargadas de eliminar los desechos derivados del proceso de catabolismo (destrucción) del alcohol mismo.
- Reducir el consumo de grasas, alimentos fritos y platillos excesivamente condimentados, causantes de daños hepáticos que pueden conducir a alteraciones irreversibles, como la cirrosis.
- Eliminar, o reducir drásticamente, el uso de salsas (mayonesa, mostaza) crema, bechamel y quesos grasos.
- Es recomendable además, dejar de fumar.
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