Niños y jóvenes
tienen necesidades de una notable aportación de calorías, sobre todo en la
edad adolecente porque su organismo esta en crecimiento. El
requerimiento real es de cualquier manera siempre relativo al consumo
individual de energías; un niño que juega con la pelota tiene obviamente un
requerimiento muy diferente al de uno sedentario que pasa mucho tiempo frente a
la televisión. Los padres tienen un rol fundamental en la correcta alimentación
y educación alimenticia de los niños y, también cuando consideran necesario
aumentar la aportación energética en la dieta de sus hijos, deben presentar una
particular atención en dirigir correctamente sus comportamientos.
Si bien no se deben prohibir en
todas las circunstancias el uso de las golosinas, no es recomendable
utilizarlas como fuente alimenticia recurrente para llenarlos de energía. Puede
permitirles de manera esporádica para no crear fuertes frustraciones
psicológicas en su niño, pero también en este caso es importante examinar con
cuidado leyendo las etiquetas.
Recuerde que los ingredientes son
indicados en orden descendente, partiendo del que esta presente en cantidades
mayores. Ponga atención tanto a la calidad de las grasas como a su posición:
¡nunca deben estar situadas en los primeros lugares! Como colocación energética
elija con mayor frecuencia pan tostado con miel de abeja o mermelada, licuados
y galletas o yogurt de frutas con bizcochos.
A veces es
difícil para los padres decir “no” frente a las protestas de un hijo engolosinado por productos dulces
y atractivos, aunque calóricos y ricos en grasas; pero esto es parte de una educación
normal y correcta, aunado a los prudentes concesiones.
Lo más
importante, para educar sin traumas e inconcreciones, es dar siempre el ejemplo en primera persona.
Además, es fundamental habituarlo a moverse más a menudo, a través de una
actividad deportiva o simplemente, cuando es posible, acompañándolo a la
escuela caminando.
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