Sal vs la salud
La sal (o cloruro de sodio) se encuentra en cualquier cuerpo vivo
dentro del cual desarrolla funciones de suma importancia para nuestro correcto
funcionamiento. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) nuestras
necesidades son de aproximadamente 6 gramos por día (tomando en cuenta toda la
sal de nuestra dieta, es decir, la que adicionamos a los alimentos y la que se
encuentra naturalmente en ellos) y la mayoría de los mexicanos consume una
cantidad muy por encima de este valor (llegando a consumir una cantidad doble o
triple de lo que realmente requieren) y a pesar de que podemos
eliminar el excedente de sal a través de la orina, los desequilibrios repetidos
entre la ingestión y la eliminación de la sustancia terminan por alterar este
equilibrio (afectando progresivamente al riñón). La hipertensión arterial es un
claro ejemplo del resultado entre los desequilibrios de la ingesta y excreción
de la sal. Esta enfermedad que puede prevenirse llevando a cabo un consumo moderado de esta sustancia
o controlarse con la misma medida y
aunque no todos tenemos la posibilidad de cmedir la cantidad de sal que
consumimos o llevar una dieta bajo las indicaciones de un experto
en la materia como lo son los nutriólogos o dietistas, existen sencillos
acciones para evitar que “nos sobrepasomos” con esta:
1.- Prepara los alimentos con la cantidad de sal adecuada: no todos los
alimentos deben tener un sabor salado, la función de la sal en los alimentos es
intensificar su sabor y no cubrirlo con el de la misma.
2.- Eliminar saleros de la mesa: esto evitara adicionar sal a alimentos
que ya contienen una cantidad adecuada de ella.
3.- Evitar en lo posible alimentos enlatados, embutidos, productos en
salazón o salmuera, carnes secas, etc.; todos ellos poseen cantidades muy
elevadas.
4.- Leer siempre las etiquetas la cantidad de sodio aportada por los
alimentos: optar siempre por aquellas opciones que aporten una menor cantidad.
5.- Desalar los alimentos cuando sea posible: algunos alimentos son
conservados mediante la adición de sal (con ello se reduce el riesgo de
contaminación bacteriana) y estos mismos pueden ser desalados al ser sumergidos
en agua o lavados con esta.
6.- Evitar frituras empacadas: generalmente poseen cantidades elevadas.
7.- Procurar un consumo elevado de alimentos ricos en potasio: el
potasio contribuye a equilibrar los niveles de sodio en el organismo.
8.- No abusar de las bebidas deportivas y sueros rehidratantes: como su
nombre lo indica, estas bebidas están diseñadas para deportistas o individuos
que están perdiendo grandes cantidades de electrolitos y su consumo puede
ocasionar desequilibrios en individuos que no están perdiendo estas sustancias.
9.- Finalmente llevar una dieta
adecuada rica en frutas y verduras: una alimentación balanceada contribuye a la
mantención del organismo en los niveles más óptimos y a mantener el equilibrio
dentro de este.
Tomar en cuenta estas medidas podría evitar una enfermedad futura y una
posible complicación de la misma (muchos de los pacientes con insuficiencia
renal y otras enfermedades iniciaron con hipertensión arterial.
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