Las personas ancianas, en comparación con los adultos y los jóvenes, tienen más
problemas para reabastecer al organismo de energía, aunque a menudo sean los más
necesitados a causa de su mayor fragilidad física. El organismo de una persona
anciana es, de hecho, más frecuentemente afectado por patologías o infecciones
a causa de la debilidad del sistema inmunológico. Por esta misma razón sucede
frecuentemente que las personas ancianas internadas en el hospital presentan síntomas
de malnutrición o deshidratación. En un numero Existe también un grupo
considerado de personas ancianas, o bien de edad superior a los 65 años, que
mantienen cada vez más un estilo de vida activo, ya sea desde el punto de vista
físico o desde lo relativo a la actividad intelectual.
Estas personas, si bien consumen más calorías respecto a sus
contemporáneos con una vida sedentaria, están en riesgo de sobrepeso si mantienen el régimen alimenticio
de una persona adulta “joven”. De cualquier
manera es siempre oportuno evaluar atentamente la composición calórica de la
dieta habitual antes de organizar un plan de recuperación energético.
Se debe balancear el adecuado aporte de energía y nutrientes
para reducir la masa grasa, es decir, los tejidos adiposos molestos para los
movimientos, y aumentar la masa magra, es decir muscular, útil para el trabajo físico
y para mantener el metabolismo más elevado.
A raíz de esta
debilidad natural continuamente se observa en los ancianos poca
capacidad de aumentar la ingesta de alimentos, ya sea por dificultades físicas (problemas
de masticación o digestión, inapetencia), como a causa de soledad, depresión o dificultades
económicas. Por lo tanto, es útil tener presente algunos trucos para superar
estos obstáculos:
- Recurrir a alimentos que abastezcan calorías en poco volumen (quesos, arroz, helados, cremas, etc.).
- Fragmentar la cuota calórica diaria a 6 pequeños alimentos, para no sobrecargar el aparato digestivo y volver más homogéneo el abastecimiento de nutrientes y por lo tanto no estresar a las vías metabólicas.
- Variar la alimentación para evitar que el anciano siga una dieta muy monótona y por lo tanto poco apta para aportar todos los nutrientes.
- Controlar que la cantidad de agua consumida sea suficiente para evitar fenómenos de deshidratación recurrentes en los ancianos, que tienden a perder el estímulo de la sed.
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