viernes, 5 de abril de 2013

L a energía adecuada para los ancianos



Las personas ancianas, en comparación con  los adultos y los jóvenes, tienen más problemas para reabastecer al organismo de energía, aunque a menudo sean los más necesitados a causa de su mayor fragilidad física. El organismo de una persona anciana es, de hecho, más frecuentemente afectado por patologías o infecciones a causa de la debilidad del sistema inmunológico. Por esta misma razón sucede frecuentemente que las personas ancianas internadas en el hospital presentan síntomas de malnutrición o deshidratación. En un numero Existe también un grupo considerado de personas ancianas, o bien de edad superior a los 65 años, que mantienen cada vez más un estilo de vida activo, ya sea desde el punto de vista físico o desde lo relativo a la actividad intelectual.

Estas personas, si bien consumen más calorías respecto a sus contemporáneos con una vida sedentaria, están en riesgo de  sobrepeso si mantienen el régimen alimenticio de una persona adulta “joven”.  De cualquier manera es siempre oportuno evaluar atentamente la composición calórica de la dieta habitual antes de organizar un plan de recuperación  energético. 
Se debe balancear el adecuado aporte de energía y nutrientes para reducir la masa grasa, es decir, los tejidos adiposos molestos para los movimientos, y aumentar la masa magra, es decir muscular, útil para el trabajo físico y para mantener el metabolismo más elevado.
A raíz de esta  debilidad natural continuamente se observa en los ancianos poca capacidad de aumentar la ingesta de alimentos, ya sea por dificultades físicas (problemas de masticación o digestión, inapetencia), como a causa de soledad, depresión o dificultades económicas. Por lo tanto, es útil tener presente algunos trucos para superar estos obstáculos:

  • Recurrir a alimentos que abastezcan calorías en poco volumen (quesos, arroz, helados, cremas, etc.).
  • Fragmentar la cuota calórica diaria a 6 pequeños alimentos, para no sobrecargar el aparato digestivo y volver más homogéneo el abastecimiento de nutrientes y por lo tanto no estresar a las vías metabólicas.
  • Variar la alimentación para evitar que el anciano siga una dieta muy monótona y por lo tanto poco apta para aportar todos los nutrientes.
  • Controlar que la cantidad de agua consumida sea suficiente para evitar fenómenos de deshidratación recurrentes en los ancianos, que tienden a perder el estímulo de la sed.

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