martes, 2 de abril de 2013

ADITIVOS ALIMENTARIOS


La incorporación de sustancias a los productos alimenticios, aunque de forma accidental, posiblemente tenga sus orígenes en el Paleolítico: la exposición de los alimentos al humo procedente de un fuego favorecía su conservación. Posteriormente, en el Neolítico, cuando el hombre desarrolla la agricultura y la ganadería, se ve obligado a manipular los alimentos con el fin de que resulten más apetecibles o que se conserven mejor. Con el primer objetivo se utilizaron, entre otros, el azafrán y la cochinilla y con el segundo, se recurrió a la sal y al vinagre.

El empleo de estas y otras muchas sustancias era empírico, pero con los avances experimentados por la química en el siglo XVIII y con las nuevas necesidades de la industria agroalimentaria del siglo XIX, la búsqueda de compuestos para añadir a los alimentos se hace sistemática. No es hasta finales de este siglo cuando en el lenguaje alimentario se incluye el término “aditivo”. Y se hace de un modo confuso, ya que bajo esta denominación también se agrupaban diversas sustancias con distintos efectos sobre la salud humana: las especias, los enriquecedores, los coadyuvantes tecnológicos, las impurezas y los contaminantes.

Hoy en día, y según el Codex alimentarius, el concepto de aditivo se refiere a cualquier sustancia que, independientemente de su valor nutricional, se añade intencionadamente a un alimento con fines tecnológicos en cantidades controladas.


En general se utilizan para aumentar la estabilidad o capacidad de conservación, incrementar la aceptabilidad de alimentos genuinos, pero faltos de atractivo, permitir la elaboración más económica y en gran escala de alimentos de composición y calidad constante  en función del tiempo.

Hay diversos y diferentes aditivos, algunos son colorantes, otros conservadores, algunos otros son edulcorantes, fermentadores, entre otros más, algunos de los más consumidos normalmente son:

El Aspartamo y el acesulfame K que son edulcorantes artificiales, potenciadores del sabor que endulzan de 150 a 200 veces más que el azúcar. Estudios han demostrado que su consumo a largo plazo puede ser cancerígeno, el acesulfame K es más nocivo y este también puede estar unido a la hipoglucemia, tumores pulmonares, el colesterol alto y la leucemia.

El Benzoato de sodio y el Sulfito potásico son conservadores que pueden provocar problemas toxológicos, alergias, pueden producir avitaminosis. Además provocan dolores de cabeza, náuseas, vómitos, alergia, irritación de los bronquios y asma.

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